El 23 de julio de 1993 marcó un momento tan icónico como trágico en la vida de Kurt Cobain, líder de Nirvana y una de las figuras más representativas del grunge. Ese día tuvo lugar la última sesión de fotos del artista, un evento que reflejó tanto su genialidad como las profundas dificultades personales que enfrentaba.
La sesión se llevó a cabo en el hotel Omni de Nueva York y estuvo a cargo del fotógrafo Jesse Frohman, quien trabajaba para la revista Observer. Para ese momento, Cobain había pasado de ser un referente en la escena underground de Washington a convertirse en una de las personas más famosas del mundo tras el lanzamiento de Nevermind en 1991. Sin embargo, la fama, lejos de ser un regalo, se había transformado en una carga que lo atormentaba constantemente.
En 1993, la presión de la industria y la atención mediática habían empujado a Cobain a una espiral destructiva, afectando gravemente su salud mental. Su estado era evidente durante esta última sesión de fotos, a la que llegó después de haber sufrido una sobredosis de heroína. Según relató Frohman, una de las primeras cosas que Cobain pidió al llegar fue un balde. Lo hizo con amabilidad y discreción, lo que sorprendió al fotógrafo. Ante la pregunta de para qué lo necesitaba, Cobain respondió simplemente que creía que iba a vomitar.
Frohman recordó este momento en una entrevista posterior, destacando que, aunque en ese instante desconocía lo ocurrido con la sobredosis, la fragilidad del músico era evidente. Sin embargo, también resaltó su autenticidad. Cobain llegó usando gafas de sol y cargando despreocupadamente varias prendas bajo el brazo, proyectando una imagen que, según Frohman, lo convertía en un ícono de la moda de manera natural y sin intención alguna. Para el fotógrafo, Cobain simplemente estaba siendo una estrella de rock.
La revista Observer terminó publicando estas imágenes, convirtiéndose en el último medio en mostrar a Kurt Cobain con vida. Estas fotografías no solo capturaron un instante final en la vida del artista, sino también la esencia de una figura cuya influencia y legado siguen marcando generaciones.
A través de ese lente, se inmortalizó no solo su estilo inconfundible, sino también la complejidad de un ser humano que luchaba con su propia sombra. Las imágenes de esa sesión son mucho más que simples retratos; son testigos de la grandeza y fragilidad de uno de los músicos más icónicos del siglo XX.
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