Recorrer el Valle de Tenza siempre es mágico. A pesar del estado de sus vías, los visitantes caen atrapados por el encanto de sus paisajes, la riqueza de sus recursos naturales, la diversidad biológica que se percibe en cada centímetro de su territorio, los alimentos que se producen y se ofrecen al turista y el cariño de sus pobladores.
Valle de Tenza es sinónimo de agua, de bosques, de páramos, de gallitos de roca, de serpientes, de osos, de café, de ocobos y del verdor que ondulante se extiende a lo largo y a lo ancho de las provincias boyacenses de Oriente y Neira y de los municipios cundinamarqueses de Tibirita, Macheá y Manta.
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